Inglés, tenis, guitarra, baloncesto, fútbol, hípica... La lista puede ser interminable. Qué niño o niña no está apuntado a una actividad extraescolar tras su jornada de colegio. Pocos. Libros y artículos han ayudado a perpetuar la creencia de que los menores están sobrecargados de actividades extracurriculares y que este hecho puede elevar sus niveles de estrés, aumentar el riesgo de depresión o alterar su relación con la familia y los amigos.
Existen, sin embargo, pocos datos científicos sobre los riesgos reales y los beneficios
concretos de que los menores participen en este tipo de clases fuera del horario escolar. Tal vez por ello, la Sociedad de Investigación del Desarrollo del Niño (SRCD, sus siglas en inglés) de EEUU acaba de celebrar un simposium en Montreal