Cristina G. Lucio | Madrid
Dar una vuelta con la bici, jugar
un partido de baloncesto, echar una carrera de patines... Actividades como
estas deberían formar parte de la rutina habitual de niños y adolescentes si se
quieren mantener a distancia -y por muchos años- las enfermedades
cardiovasculares.
Lo vuelve a recordar esta semana
un estudio publicado en la revista 'Journal of the American MedicalAssociation' ('JAMA') que, tras realizar un seguimiento a aproximadamente
20.000 jóvenes, ha demostrado que practicar ejercicio de cierta intensidad
regularmente se asocia con un mejor perfil cardiometabólico; es decir, con
niveles más adecuados de colesterol, hipertensión o glucosa en sangre, entre
otros factores.
Este efecto beneficioso de la
actividad física, subrayan los autores de este trabajo, se mostraba constante
independientemente de la cantidad de tiempo que los chicos estudiados
invirtieran en
actividades sedentarias, como ver la tele.
"Esto tiene importantes
implicaciones para las políticas de salud pública", señalan estos
científicos de la Universidad de Cambridge en la revista médica, "ya que
debería animarse más a los niños a participar en actividades al menos de
moderada intensidad" en lugar de hacer hincapié en que reduzcan sus
actividades sedentarias.
Para llegar a estas conclusiones,
el equipo dirigido por Ulf Ekelund revisó los datos de 20.871 niños y
adolescentes de edades comprendidas entre los cuatro y los 18 años que habían
participado en 14 estudios distintos entre 1998 y 2009.
Entre otros valores, estos
trabajos habían analizado de forma objetiva el tiempo que cada pequeño pasaba
haciendo ejercicio y dedicándose a actividades más sedentarias. Además, también
habían medido distintos valores que se emplean habitualmente para evaluar el
riesgo cardiovascular, como la circunferencia de la cintura, la tensión, el
colesterol o el perfil glucémico.
El 75% de los niños analizados
presentaba un peso normal, mientras que el resto tenía sobrepeso u obesidad.
Al cruzar los datos, los
investigadores comprobaron que, independientemente del tiempo que pasaban
frente a la tele, los videojuegos o la lectura, los niños más activos
físicamente eran también quienes menores factores de riesgo cardiovascular
presentaban.
"Practicar altos niveles de
actividad física de moderada a vigorosa se asociaba con valores
significativamente más bajos de tensión sistólica, circunferencia abdominal o
insulina y triglicéridos en ayunas", comentan los investigadores en 'JAMA'.
Además, estos chicos también presentaban niveles más altos de HDL, el también
conocido como 'colesterol bueno'.
En sus conclusiones, estos
autores reivindican la importancia de reforzar los mensajes que promueven el
ejercicio. Sin embargo, también son partidarios de seguir advirtiendo frente a
los riesgos de abusar de la 'caja tonta'. "Reducir el tiempo dedicado a la
televisión sigue siendo un importante objetivo de salud pública ya que esta
actividad puede estar asociada a otros hábitos poco saludables", como el
consumo de aperitivos y refrescos.
Para Empar Lurbe, pediatra que
dirige un grupo de investigación sobre obesidad infantil en el Centro de
Investigación Biomédica en Red sobre la Fisiopatología de la Obesidad y la
Nutrición (CIBERobn), para que la prevención de las enfermedades
cardiovasculares sea efectiva, lo fundamental es conseguir que "el
ejercicio y la buena alimentación formen parte del estilo de vida de la persona
desde la infancia".
"Es un aspecto
educacional", remarca esta especialista, quien recuerda que "al igual
que se aprende a leer y a escribir, también es necesario aprender desde la
niñez que hay que comer adecuadamente y que es necesario estar activo".
Y no sirve ponerse excusas como
"que no existen zonas verdes o pistas deportivas cerca de casa",
señala Lurbe. "Actividades tan simples como caminar treinta minutos
diarios a buen paso son una alternativa".
Fuente: http://www.elmundo.es/elmundosalud/2012/02/15/corazon/1329309107.html
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